Los antojos: un vistazo a algunos estudios sorprendentes sobre el segundo cerebro ¿Alguna vez te has preguntado por qué esos antojos irresistibles te llevan a anhelar ciertos alimentos?
Puede que hayas sentido una repentina urgencia de comer helado mientras ves tu serie favorita o escuches el crujir tentador de las palomitas en el cine y te sientas impulsado a comprar un paquete. Resulta que estos antojos podrían tener un origen sorprendente y estar relacionados con un sistema sensorial oculto en nuestro propio cuerpo.
En este artículo, exploraremos los fascinantes hallazgos de algunos estudios que revelan la conexión entre los antojos y lo que los científicos llaman «el segundo cerebro».
El sistema nervioso entérico: el segundo cerebro:
En lo profundo del intestino se encuentra el sistema nervioso entérico, una parte del sistema nervioso autónomo que funciona independientemente del cerebro y la médula espinal.
Sorprendentemente, este sistema cuenta con más células nerviosas que la propia médula espinal.
Los expertos lo han bautizado como «el segundo cerebro». Estudios realizados por neurocientíficos, endocrinólogos y microbiólogos han revelado que el intestino contiene sensores que envían mensajes al cerebro para influir en nuestros deseos y comportamientos relacionados con la alimentación, el sueño, el dolor y mucho más.
El diálogo entre el cerebro y el intestino:
Aunque el cerebro es el director general de nuestro organismo, la comunicación entre el cerebro y el intestino fluye constantemente en ambas direcciones.
El intestino puede actuar de forma independiente, pero se mantiene en constante conexión con el cerebro a través de los nervios vago y espinal.
Mientras que el cerebro envía instrucciones generales al intestino, el intestino también informa al cerebro sobre las condiciones en su entorno de trabajo.
Esta información se recopila mediante sensores en el revestimiento del intestino y se transmite al cerebro a través de los nervios.
La influencia del intestino en nuestros antojos:
Uno de los aspectos más intrigantes de la investigación actual es cómo el intestino puede influir en nuestros antojos alimentarios.
Estudios preliminares han demostrado que las células neurópodas en el intestino humano y de ratón pueden distinguir instantáneamente entre el azúcar y los edulcorantes artificiales no calóricos, generando una preferencia por lo calórico.
Comprender este proceso es fundamental para abordar problemas como la obesidad y las enfermedades metabólicas. Al conocer los receptores, las células y las vías implicadas, los científicos pueden desarrollar terapias dirigidas a reducir los deseos constantes de azúcar que eventualmente pueden llevar a trastornos metabólicos.
El intestino y la salud mental:
Además de influir en nuestros antojos alimentarios, el intestino desempeña un papel crucial en nuestra salud mental.
El 95% de la serotonina, conocida como el estabilizador del estado de ánimo, se produce en el intestino. Esto ha llevado a investigaciones que exploran cómo tratar la depresión y la ansiedad mediante la regulación de las moléculas de serotonina en el intestino.
Los investigadores han logrado colocar compuestos no absorbibles directamente en el revestimiento del intestino en ratones, lo que podría permitir tratamientos para la salud mental con menos efectos secundarios en otras partes del cuerpo.
Sin embargo, es importante destacar que la serotonina no siempre tiene un efecto positivo en el intestino. Un exceso de serotonina intestinal puede ser perjudicial para los huesos, y se ha observado que ciertos antidepresivos que aumentan los niveles de serotonina reducen la densidad ósea y aumentan el riesgo de fracturas.
Los investigadores están explorando formas de regular la serotonina en el intestino para fortalecer los huesos y tratar otros problemas digestivos como el síndrome del intestino irritable y las náuseas asociadas con la quimioterapia.
Conclusión:
A medida que la investigación avanza, se descubre cada vez más sobre la conexión entre el intestino y el cerebro, y cómo esto puede influir en nuestros antojos y en nuestra salud en general.
Si bien todavía hay mucho por aprender, es importante mantener un estilo de vida saludable que incluya una alimentación equilibrada, rica en fibra, y la práctica regular de actividad física.
Además, mantener niveles adecuados de presión arterial, azúcar en sangre y colesterol también contribuye a un buen funcionamiento del cerebro y el intestino.
En última instancia, comprender la influencia del segundo cerebro en nuestros antojos y comportamientos relacionados con la alimentación puede abrir nuevas vías para el desarrollo de terapias y enfoques más efectivos para abordar problemas como la obesidad, los trastornos metabólicos y la salud mental.
Mantén un ojo en los avances científicos en este campo emocionante y prometedor, ya que podrían proporcionar soluciones innovadoras para mejorar nuestra calidad de vida.
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