Los pacientes con cáncer, tienden a presentar diferentes sintomatologías durante el proceso de la enfermedad, y cada uno de ellos debe ser tratado en su momento.
Por ejemplo pueden presentar fatiga como resultado de la deficiencia de hierro, la cual suele pasar inadvertida. Por ello se ha sugerido incorporar la evaluación sistemática de la fatiga junto con la determinación, al menos de la hemoglobina a fin de detectar oportunamente los casos que requieren tratamiento preventivo o terapéutico con hierro.
El tratamiento con radioterapia, a pesar de que es más localizado, por lo general daña los tejidos normales alrededor del tumo. Dependiendo del área irradiada los daños serán diferentes por ejemplo:
-La radiación en área de la boca y la faringe producen cambios en el gusto, reducen la producción de saliva, provocan problemas al tragar (disfagia) y deterioro en los dientes, todo esto influye de una forma muy negativa a la hora de poder alimentarse el paciente.
– La radiación en el área del abdomen y la pelvis puede producir diarrea, malabsorción, hemorragias, estenosis y obstrucción.
En la evaluación de la dieta se ha tratado de encontrar asociación entre el consumo de vitamina A, C y E, betacarotenos y fibra con el riesgo de desarrollar cáncer de mama. En la mayoría de los casos ha sido posible probar un efecto protector de dichos nutrimentos contra esta enfermedad. Pero más que el consumo de uno de ellos en particular se cree que es el tipo de dieta: rica en verdura, frutas y cereales integrales lo que realmente ayuda a la prevención de este tipo de cáncer. Por otro lado debemos realizar una mención especial a los fitoestrógenos, de los cuales se ha propuesto que tienen un alto potencial anticarcinogénico, en particular las isoflavonas.
Se recomienda el disminuir el consumo de alimentos refinados y de origen animal, ya que la mayor incidencia de cáncer se explica por el aumento en el tiempo de tránsito intestinal y el aporte elevado de colesterol y grasas saturadas. En esas condiciones, las bacterias del colon tienen oportunidad de producir un mayor número de sustancias cancerígenas, que afectan a la mucosa y le producen un estímulo de crecimiento que puede inducir al desarrollo de pólipos neoplásicos que más adelante pueden derivar en carcinomas.
Moderar la ingestión tanto de alimentos ahumados por su elevado contenido de hidrocarbonos aromáticos policíclicos, como de productos curados o embutidos, pues contienen nitratos y nitritos, ya que los componentes citados en ambos casos se puede convertir en sustancias carcinogénicas. Consumirlos solo en forma ocasional y siempre acompañados de una fuente de vitamina C (antioxidante).
Se ha demostrado la eficiencia de la vitamina E contra la acumulación de radicales libres y contra la elevación de la tasa de peroxidación de lípidos.
En resumen:
Se debe recomendar una alimentación variada que incluya diariamente alimentos de los tres grupos, con un contenido moderado de grasas, bajo contenido de hidratos de carbono sencillos o de fácil absorción, frutas y verduras de forma abundante, restringir los productos con aditivos y conservadores. De debe vigilar mucho las cantidades y calidad de la proteína que ingiera el paciente.
Aumentar el consumo de verduras y frutas, sobre todo crudas y de color verde o amarillo, así como las frutas cítricas pues aportan fibra, antioxidantes como betacarotenos y vitamina C. Las verduras de color verde: col, coles de Bruselas, coliflor y brócoli contienen sustancias que contribuyen a la prevención de cierto tipo de canceres.
Es recomendable la suplementación nutricional a los pacientes con cualquier tipo de cáncer ya que puede intervenir en varias situaciones:
– En la prevención: Según algunos epidemiólogos, entre el 30 y 40 % de los canceres se deben a la alimentación: consumo excesivo de grasas animales, dietas baja en fibras, consumo de alcohol, tabaco, etc. producen carencias nutricionales aumentando el riesgo de cierto número de afecciones tumorales o pretumorales
– En situaciones coadyuvantes de los tratamientos convencionales: ya para el año 1985 se había estudiado a la vitamina A como coadyuvante en el tratamiento de ciertos canceres de mama, la vitamina D3, que bloquea los receptores hormonales de ciertos canceres de mama, de melanomas. Y los Ácidos grasos Omega 3 que bloquean ciertos receptores a los factores de crecimiento tumoral.
– Prevenir y atenuar las complicaciones terapéuticas: en el caso de la protección inmunitaria cuando se tiene un tratamiento de radioquimioterapeutico se puede aplicar el tratamiento con vitamina A, B6, C y Cinc. La vitamina E y el selenio proporcionan una protección cardiaca en caso de la quimioterapia. El ácido fólico para las intoxicaciones y modulaciones de la quimioterapia.
– La suplementación con aminoácidos esenciales (preferentemente de origen vegetal), debería ser con la finalidad de evitar la pérdida de masa grasa, y favorecer la creación de defensas.
Por último no debemos olvidar que la dieta debe ser adecuada tanto al tipo de neoplasia como al tratamiento que se le haya realizado. Es importante el factor humano y la compañía, así como la variedad en la dieta y no se debe descuidar la presentación de la dieta, acompañada de una suplementación adecuada al momento y a las necesidades del paciente.